A 102 años del incendio del Molino Filippini. “La luminosidad era visible desde Sarandí Grande”, según periódico de la época citado por Saúl Piña

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El 27 de enero de 1920, nuestra ciudad fue escenario de un hito que marcó una de las mayores tragedias en la historia: el incendio del Molino Filippini. El otro hecho similar, se registró en el año 1967, cuando por razones que nunca se aclararon, se incendió la Parroquia San Pedro, motivando la pérdida de piezas de elevado valor.


La  construcción del Molino Filippini se inició a fines del año 1880, bajo la responsabilidad de una empresa de Montevideo; una construcción de muy particulares características y con una fachada, que en función de su arquitectura, aún hoy conserva su diseño original. 

Los cimientos son de piedra asentadas en arena y las paredes de ladrillo de 60 centímetros de espesor, lo que le otorga una solidez muy particular, que resultó fundamental para que el voraz incendio no afectara en absoluto la estructura.

En la madrugada de aquel 27 de enero, un joven de apellido Curbelo que regresaba a su hogar, pudo apreciar que desde el techo del Molino salía una gran llama de fuego. Dio aviso a la Policía que conjuntamente con efectivos del Regimiento Nº2 se hicieron presentes de inmediato con la intención de combatir el siniestro. 

La tarea resultó imposible, las llamas se habían extendido por los tres pisos, alentadas por la estructura interna y parte de la maquinaria que eran de madera de muy alta calidad y con un contenido resinoso muy elevado. 

En aquellos momentos no existía el Servicio de Bomberos, que fue inaugurado en nuestra ciudad recién el 17 de setiembre de 1942. 

Una crónica del periódico “La Publicidad”, del momento, señala que en Durazno nunca se había producido un incendio de tal magnitud, provocando la  total destrucción de las instalaciones de este molino, propiedad de los hijos de Carlos Filippini y Cía. 

El fuego fue alentado por el fuerte viento Norte que esa noche soplaba, al punto de que las llamas iluminaban la ciudad, pudiéndose apreciar la luminosidad desde la localidad de Sarandí Grande. Las viviendas en la zona del siniestro fueron evacuadas y la Policía, los efectivos del Regimiento y muchos vecinos, procedieron a sacar a la calle, carros y jardineras de reparto, quedando en evidencia un gran sentido solidario. 

En pocas horas el fuego consumió el esfuerzo de muchos años de labor y trabajo del Don. Carlos Filippini, dejando sin trabajo a un elevado número de vecinos. 

Había un seguro de la Compañía “London y Lancashire” por $25.000, lo que no cubría las pérdidas totales que se estimaron en $100.000.

El local permaneció abandonado por 90 años y fue recuperado aprovechando la estructura y cimentación original, para la construcción de varios apartamentos de elevada funcionalidad, y que tienen un particular destaque por el frente de ladrillo a la vista, de 142 años de construido.

Escrito por Saúl Moisés Piña

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