El valioso legado de Bernabé Michelena. Por Saúl Moisés Piña

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La historia de Durazno indica que ha sido una constante cantera de mujeres y hombres, que han tenido estrecha vinculación con la fama y el éxito, en las más diversas disciplinas; pero que lamentablemente en algunos casos no han tenido la difusión y el justo reconocimiento.


La tarea de dimensionar la obra y la contribución de los hijos del departamento es básico para el fortalecimiento de lo que se denomina identidad, y que resulta un valor básico para los pueblos. 

En diciembre de 1888, nacía en “San José de las Cañas” Bernabé Michelena Etchepare, quien fuera uno de los más destacados cultores de las artes plásticas del Uruguay. Seguramente el ambiente campesino y el pleno contacto con la naturaleza de su niñez, inició su formación y personalidad, que luego pudo volcar en sus obras de arte y en los finos detalles de las mismas, que dejó fielmente representados en los tipos humanos.

Con 17 años ingresó en el “Círculo de Fomento de Bellas Artes “, tomando clases con destacados Maestros. En 1915 viaja a Europa donde conoce a Auguste Rodin, profundizando su conocimiento con su estilo. Es muy rica y extensa la obra que dejó Michelena, destacándose “El Sembrador” ubicado en el cementerio de Melo; el monumento “Al Maestro”, ubicado en el Parque de los Aliados; el monumento a la “Confraternidad de los Pueblos”, en el ingreso al Aeropuerto de Carrasco. 

En nuestra ciudad se destaca el busto a Rivera y el de “Herrerita” de plaza Independencia, como también los “Caballitos” de la fuente de plaza Artigas. Además, algunas piezas ubicadas en el cementerio local y un busto al ingreso del templo de la “Madre María”.

Michelena tenía un profundo conocimiento del arte de la fundición, del tallado de la piedra y del dibujo.

Este dilecto hijo de Durazno se destacó por su profundo conocimiento del difícil arte del tallado de la piedra y en declaraciones a un periodista le decía: “Soy hombre de la tierra, me impresiona la vida, tanto de ponerla en el sentido plástico. La razón de mi obra es trasformar la emoción plástica en el sentido de lo real”.

Mucho bien le hace a los pueblos, el conocer el valor espiritual y material de sus hijos, para trasmitirlos a las nuevas generaciones, las obras que nos legaron. 

Tal es el caso de Bernabé Michelena, quien, no obstante enfrentar durante más de 20 años el drama de una cruel enfermedad, trabaja sin pausa con lúcida inspiración; esculpe, modela, talla y dibuja, dejando un acervo de elevados quilates, que resulta un gran orgullo y regocijo para el recuerdo de los duraznenses. Michelena falleció afectado por el asma, el 27 de julio de 1963.

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