Ing. Federico Capurro: recordando a un ciudadano ilustre. Escribe Saúl Piña

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Hace años hubo un tiempo donde los vecinos tenían un profundo compromiso con las necesidades de la colectividad. Donde la palabra valía más que lo escrito en papel. Un tiempo donde el trabajo era un derecho elemental pero encarado como un deber.

Eran tiempos donde no se esperaba todo del soporte del gobierno de turno, dando prioridad al esfuerzo personal para ganarse con el sudor de la frente el sustento familiar. También es verdad, que el Estado hacía un correcto manejo de los dineros públicos y no existían los sistemas de asistencialismo económico sin compromiso de retorno, lo que evitaba la dependencia de los jerarcas de turno y otorgaba libertad de conciencia a los ciudadanos. 

Dicen los analistas que uno de los factores básicos de aquella sociedad, era el peso de los inmigrantes que llegaron a estas tierras, en búsqueda de la libertad, trabajo, familia y destino.

Este Durazno fue un ejemplo del compromiso social, y los vecinos ponían en vigencia aquella sabia sentencia de Artigas: “No Espereis nada si no es de vosotros mismos”.

El contrato de aquella sociedad no dependía de la buena voluntad del gobierno de turno, y quedó concretado por la iniciativa popular, en varias obras de vital importancia, que resultaban básicas para el mejoramiento de la sociedad de entonces, como el Hospital Durazno.

También un grupo de visionarios productores rurales adquieren predios en Santa Bernardina y fundan la Sociedad Rural. Pero seguramente uno de los más significativos ejemplos de la comunidad en acción fue la campaña de recaudación popular organizada para la construcción de un puente sumergible sobre el “Paso Real del Yí”.

El cruce del Yí se hacía por el “Paso Viejo”, pero cuando crecía solo el servicio de botes y de balsa permitía la comunicación con el norte del país. Frente a esta situación se organizó una suscripción popular para financiar la construcción de un puente. 

Los vecinos—en su mayoría productores rurales—recaudaron $33.833.34. Se destaca el aporte del Senador Don Pedro Etchegaray, que donó sus dietas para el puente y mejoras en nuestro departamento, actitud que hoy bien podría ser imitada.

EJEMPLO DE TRABAJO Y COMPROMISO

El 10 de julio de 1876, nació en Montevideo el Ing. Federico Eduardo Capurro Ruano. En 1901, egresó como Ingeniero de la Facultad de Matemáticas y en el año 1903 llegó a Durazno como responsable regional del Ministerio de Fomento. 

Él decía que el traslado en tren desde Montevideo a Durazno duraba 9 horas, sumando luego varias más en el viaje en diligencia hasta Sarandí del Yí, donde dirigía obras de vialidad. Recordaba también, que en la guerra civil de 1904, bajo las órdenes directas del Presidente de la República, tenía como misión, la reparación de los puentes y vías férreas que hacía volar Basilio Muñoz. 

El Ing. Capurro fue el responsable de la construcción del puente sumergible sobre el Yí, aplicando un novedoso sistema para la época y siendo el primero de sus características en el país, además de utilizar madera paraguaya que era trabajada artesanalmente, tenía un costo menor que el hierro, al punto de que este puente fue diecisiete veces menor en su costo que el del ferrocarril ubicado en forma paralela sobre el Yí. 

Capurro estimaba que la duración del puente no superaría los 50 años.-Se quedó corto, hoy tiene 120 años, ya que fue inaugurado en julio de 1903.

El Ing. Federico Capurro fue un ciudadano ejemplar de espíritu culto, inquieto, curioso y con una rica filosofía de vida, teniendo como sabia sentencia: “Yo nunca he dejado de trabajar, ya que quien no trabaja se destruye”. Falleció el 25 de enero de 1979.   IR A PORTADA 

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