Podcast / Miércoles 23


Valoremos la democracia. Escribe Saúl Piña

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En un triste capítulo de nuestra historia, el 27 de junio de 1973 el país se sumergió en una oscura noche, donde los derechos fundamentales de los uruguayos fueron pisoteados por un golpe de estado. Han trascurrido 50 años y no resulta fácil comprender en plenitud cuáles fueron los factores previos a este funesto acontecimiento.

Entre otras razones, está claro que fue producto del atentado a la Constitución de unos y del no cumplimiento de otros en la defensa de la Carta Magna. La falta de aire en los pulmones para todo ser vivo, es algo similar a la falta de democracia en los países.

No somos conscientes del valioso tesoro que estamos respirando hasta que lo perdemos, que brinda el escenario ideal para la convivencia social. 

Cuenta Herodoto que en lejanos tiempos, los siete señores Persas habían liberado a su patria de una tiranía, luego de lo cual celebraron una reunión, con el objetivo de analizar cuál sería la mejor forma de gobernar. Algunos miembros del Consejo argumentaron contra la democracia, sosteniendo que el mando en poder del pueblo es alejarse del buen camino. 

Agregaron que el pueblo no tiene inteligencia y que, se asemeja a un torrente que arrastra todo lo que encuentra a su paso, y que por lo tanto no puede brindar la estabilidad y seguridad necesarias.

Desde aquel lejano tiempo y hasta en estos días, aparecen con frecuencia en el mundo, ocasionales “pastores”, quienes se atreven a impugnar los principios de la Democracia, aventurándose por otros caminos en aras de oscuros intereses ideológicos. 

También otros que adoptan sistemas de gobierno artificiales, ejerciendo mandos truchos, promoviendo situaciones de elevada injusticia, la falta de libertad, la corrupción , la persecución con fines políticos, la tortura y el control de los medios de prensa. 

Todo esto es lo que integra una dictadura, que es la real situación que enfrentan hoy muchos pueblos del mundo. La Historia es buena consejera, y ha mostrado que el sistema democrático siempre ha sido el ganador, por cuanto, solo en él se asienta la consideración igualitaria de todos los seres humanos. 

La Democracia ve en todos los hombres, sujetos capaces de autodeterminarse, protegiendo derechos tales como la libertad de expresión. Los sistemas totalitarios establecen unanimidad, mientras que el sistema democrático presupone, divergencias y aún contradicciones ideológicas entre los ciudadanos, abriendo los caminos para su pacífica expresión e influencia en la organización de la comunidad. 

En la Democracia, cada gobernado es en potencia un gobernante, ya que quienes son inquilinos de los cargos de gobierno, deben asumir que están en esa privilegiada posición, por confianza y decisión del pueblo que es el gran soberano y que por tanto debe exigir que el gobernante ejerza el poder en el marco de lo que establece la Constitución, que es la base de la Democracia; controlando la austeridad en el gasto, los actos de corrupción y un correcto funcionamiento de los servicios.

Han pasado cincuenta años de aquellos tiempos de intemperancia y violaciones que tanto daño le provocaron al pueblo uruguayo. Es responsabilidad de todos los ciudadanos cuidar el sistema democrático en el cual vivimos.

Decía J.Chesterton: “No es posible hacer una revolución para establecer la democracia; por el contrario, es preciso tener ya establecida la democracia para hacer una revolución“. 

Sabía cita que nos convoca a los uruguayos a la reflexión y el análisis de tiempos de odio y dolor, buscando el camino de la reconciliación, jerarquizando la ética republicana, que nos permita encarar un futuro pleno de paz y fraternidad .  IR A PORTADA 

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