Recordando a Wilson Ferreira Aldunate. Por Saúl Moisés Piña

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Desde el fondo de la historia le viene al Uruguay su gran vocación republicana y libertaria. Vibra muy hondo en las entrañas de nuestra sociedad el historial de la lucha en procura de un destino con marcado perfil propio en el escenario del continente americano.

El trascurso del tiempo no ha debilitado ese sentimiento, cuando se han presentado situaciones irregulares en la vida de la República, han surgido las soluciones con la inspiración de ciudadanos de excepcional valores morales que han entendido que el país debe estar siempre por sobre los partidos y naturalmente sobre los hombres. 

Es muy triste la vida de pueblos que olvidan tradiciones y mandatos, que han perdido la posibilidad de acudir al pasado, que en el caso del Uruguay es muy rico en fuentes de humildad, amor, verdad y fraternidad. Ninguna disciplina para la actividad humana está revestida de tanta pasión como la política y, por lo tanto es bueno valorar a quienes han sido actores políticos, bajo el imperativo ético, marcado su actividad con justicia, ética, capacidad de diálogo, priorizando los intereses del país, sin tener en consideración el riesgo de todo sacrificio personal.

El 15 de marzo de 1989 fallecía Wilson Ferreira Aldunate; una figura política que aún sigue vigente en la memoria de los uruguayos, superando las divisas, ya que nos dejó un ejemplo de inspiración moral, conducta y virtud puesta al servicio del país y de su Partido Nacional.

Vinculado estrechamente con el medio rural, conocía en profundidad el aporte del sector, como vital fuente de desarrollo para el Uruguay.

Es oportuno recordad que en el año 1937 en oportunidad de la realización de un Congreso de la Juventud Nacionalista Independiente realizado en nuestra ciudad, pronunció un fermental discurso, que motivó emergiera su perfil a nivel nacional, iniciando una carrera política en su partido, que lo ubicó con el correr de los tiempos en un lugar de privilegio y de auténtico líder en la historia política del Uruguay.

Dicen los politólogos que el ideario de Wilson sigue vigente en todos los sectores del Partido Nacional. Los códigos de la actividad política han tenido variaciones y es la gran tarea de aquellos ciudadanos que integran agrupaciones, asumir la importancia que tiene la actividad partidaria, para que su escenario sea más fraterno, cambiando el enfrentamiento por el diálogo sano y franco, con ética democrática y priorizando los auténticos intereses del Uruguay, no olvidando el valioso legado de auténticos caudillos que marcaron rumbos de profunda identidad nacional.

Wilson Ferreira enfrentó con hidalguía la injusticia de mentes perversas sin actitud de revancha. Tuvo el privilegio de ser tan combativo como principista, dejando un ejemplo para las futuras generaciones. Sabía que la buena historia y la actividad política, son cosa de hombres dignos y de buenas costumbres. 
Siempre estuvo de pie y a la orden de los intereses de este país, afirmando que en los ciudadanos que tienen la distinción de ocupar cargos, valen más las creaciones personales con honradez y compromiso en sus funciones en el cargo, que los fatalismos o las estructuras que no corresponden con el espíritu que dicta el sistema democrático.

Los ideales de los grandes hombres del pasado, más allá de su divisa, son instrumentos para pensar para el logro de una mejor organización cívica y una mejor sociedad para buscar fraternidad con el propósito patriótico de engrandecer a Uruguay.  IR A PORTADA 

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