No castigar la inversión que genera trabajo. Por Saúl Piña

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Todos los hombres regulan su propia vida tanto en función de sus aptitudes y vocaciones, como de sus aspiraciones.

Es natural por lo tanto, que no haya objeciones que formular a las ambiciones de progreso material que se enmarquen en el cuadro normativo de la licitud que por este camino se acumule cierta riqueza.
Lo que seguramente no parece justo es que mediante estos mecanismos se desnivelen los puntos de partida y las oportunidades con que cuenta cada ser humano.

No hay duda, que la armonía del conjunto social deber buscarse en fórmulas que propicien el esfuerzo individual, lógica y justamente recomenzado, teniendo siempre en consideración el riesgo de aquellos que tienen la posibilidad de invertir en el sector comercial o empresarial, que además de contribuir al Estado con el pago de impuestos, generan mano de obra para el sector de los trabajadores.

No es adecuado que la maquinaria estatal en su afán fiscalista, promueva una pesada carga sobre los capitales que se ponen al servicio de la producción y el trabajo. Es conocido aquello de que para algunos, el auténtico principio de igualdad se basa en tratar en forma distinta a los desiguales.

En materia impositiva en este país, se pasa el rasero, bajo el lema de que pague más quien gana más, sin importar si la ganancia la obtiene por su mayor esfuerzo, por mayor riesgo en la inversión, si produce a cielo abierto y dependiendo del clima, o por el número de obreros que ocupa.

En función del panorama impositivo, es claro que el mensaje es el de la igualación hacia abajo, haciendo que cuando alguien tiene un ahorro para invertir, lo piense dos veces ya que frente al complejo panorama que implica un comercio o empresa en funcionamiento, se siente desalentado. Desde los turbios pasillos del PIT-CNT surgen voces de que todavía el país tiene capacidad tributaria.

El Ministro Astori ha sido muy claro de que la máquina de generar empleos no soporta más cargas impositivas, agregando que lo que el país necesita más que nunca es mayor inversión. Es evidente que el tema impositivo es crucial y el azote que significa la enorme maraña de impuestos, contribuciones que gravan no solo la actividad empresarial, sino también a las personas físicas, sigue cobrando fuerza como combustible para alimentar la gran maquinaria estatal.

Se imponen reformas virales que protejan a quienes son generadores de riqueza y mano de obra, los que, naturalmente deberán obtener sin temores sus ganancias por los esfuerzos. En Durazno se enfrenta una situación de dificultades en algunos sectores comerciales, lo que se refleja en despidos y pases al seguro de paro, además de la baja de ventas en varios rubros.

Basta recorrer 18 de Julio para comprobar varios comercios que han clausurado su actividad y una decena de locales para alquilar.

Los duraznenses debemos poner empeño también, para eliminar rencores y envidias en la sociedad, desestimulando esas nefastas corrientes que promueven divisiones de clase, y que tratan de enfrentar al que más tiene materialmente con el que tiene menos; prácticas que son siempre malsanas para el organismo grupal; sobre todo si el que más tiene lo hizo trabajando y con esfuerzo personal .

Conocemos más de un duraznense de cuna muy humilde pero que con trabajo y compromiso hoy disfruta el fruto de su siembra.

Seguramente en este Durazno son una amplia mayoría, los vecinos que aspiran una convivencia social justa, basada en el trabajo honesto, sin violencia, ordenada y respetuosa.


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