Claudio nuevamente en Durazno. Por Saúl Piña

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Seguramente uno de los grandes desafíos que actualmente enfrenta nuestro país, es el desarrollar la más preciosa ventaja comparativa que tiene: la aspiración de conocimiento de nivel de un gran sector de sus habitantes.

Comprobado está que existe una relación directa entre lo que cada sociedad dedica a la enseñanza y la cultura a su desarrollo humano. La mayoría de los desafíos críticos que enfrenta el Uruguay –como la seguridad, la violencia, la droga y la corrupción-- involucran en mayor o menor medida, el nivel cultural de su población.

Es por eso que resulta reconfortante, que nuestra ciudad sea escenario de forma continua de hechos relacionados con la cultura.

En el Museo del Liceo “Rubino” denominado “Arq. Eduardo González Pose”, se ofrece una exposición del conocido artesano de la talla y el color: Claudio Silveira Silva. Previamente se le tributó un homenaje en la sala “Carlos Scaffo”. Vivimos tiempos de extrema urgencia, donde el materialismo prevalece en las inquietudes de las personas, que cotidianamente deben enfrentar las dificultades que la vida exige.

Este panorama contribuye a que se desplace la atención del alimento espiritual. Esta muestra de Silveira, crea un ámbito de recogimiento y paz, a la vez de ser una excelente ocasión de contemplar una magnífica obra. Silveira Silva, es algo más que un artista, porque la hermosura de sus trabajos reside realmente no solo en la belleza de sus temas .

Para admirarlas en plenitud hay que ubicar al autor en la inmensidad de su entorno. Nacido en Rio Branco inició un camino de inspiración, que lo llevaron de la mano del éxito, hasta los exigentes ambientes europeos. Durazno fue cuna de su gran amor---su familia—y han quedado como valioso testimonio de su trabajo en esta ciudad, obras de elevada inspiración como “El Cristo”, el “Peón Rural” y muchas otras. Claudio tenía la magia—que no se aprende en ninguna academia—de transformar el viejo árbol en la figura escultural que se eleva hasta la posteridad.

En cada creación sus manos se dejaron llevar por el corazón para plasmar, grabados, tallas o pinturas. Sus tallas de naranjo, quebracho, peral, paraíso y plátano, logran rescatar todo un mundo relacionado con un escenario campesino de sueños, creencias y mitos.

Se afirma que en sus pinturas, acorta las distancias entre imágenes y técnica. Claudio encontró el camino para llegar con su arte al hombre común, aquel que no suele tener idea alguna sobre lo que es Arte y se emociona profundamente.

Es la magia del artista, que se enraíza en el corazón del pueblo. Silveira Silva encontró su propia forma, que también es la de nosotros.

Acertada iniciativa del Museo “González Pose” por esta actividad que se suma a otras tantas del mismo tenor que se ofrecen en nuestra ciudad, como fomento cultural, materia prima para basar el comportamiento humano en ideas de solidaridad, en sentimientos de fraternidad y mejor convivencia social; valores que hoy en Durazno los estamos necesitando.


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