Un recuerdo para Aparicio Saravia. Por Saúl Piña

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El 16 de agosto de 1856 nacía en los pagos de Cerro Largo Aparicio Saravia. Fue precisamente en el medio rural donde logró integrarse en plenitud, adquiriendo los que habrían de ser los perfiles salientes de su extraordinaria personalidad; el amor a la libertad que engendra la vida desarrollada en un escenario de horizontes lejanos, como también sus rasgos de duro carácter y gran coraje, a que también obligaba ese medio, en el que la lucha por el diario vivir, plantea condiciones muy duras.

En su diario vivir en contacto con los hombres y las costumbres del tropero, Saravia aprendió a conocer el alma, las aspiraciones y los sueños de los criollos compañeros de trabajo, a quienes con el tiempo convocó al combate para que el triunfo facilitara el camino hacia mejores condiciones de vida.

Aparicio Saravia era muy trabajador y conocedor de las labores rurales, integrado a un hogar que formó el amor y las nobles cualidades de su esposa, con el regalo de varios hijos; todo lo que otorgaba las condiciones ideales para vivir cómodamente y en tranquilidad como un rico hacendado. Su vida cambió cuando lo movilizaron las inquietudes de los integrantes del Partido Blanco, que reclamaban del gobierno de entonces, una participación mayor en los órganos representativos de la opinión nacional, así como una depuración de los registros cívicos.

Saravia abandonó la familia y el cuidado de sus intereses cuando el Partido solicitó el su concurso de su intelecto, sabiduría y talento militar.

El 1| de setiembre de 1904, al regreso de una carga que había conducido en Masoller y, cuando recorría la línea de batalla, una bala lo hirió mortalmente y en esa jornada cuando la luz del día se apagaba, también lo hacía la vida del Caudillo.-Saravia era criticado por sus jefes divisionarios, por el gran arrojo y barbaridades que cometía, al exponerse al fuego enemigo.

El 10 de setiembre de 1904, Saravia fallecía en la tierra gaúcha de Rio Grande del Sur, provocando gran congoja y una especie de desgarrón ciudadano.

Más allá de las divisas, la historia indica que Aparicio Saravia fue uno delos grandes Caudillos que luchaba por los intereses de su Patria, de su gente y sobre todo, de la libertad política y electoral.

Eran tiempos aquellos donde las armas eran tacuaras, lanzas, sables y cuchillos muy rudimentarios; pero más allá de los excesos propios de la lógica bélica de la época, Saravia nunca secuestró, ni torturó, ni robó, ni estafó a los ciudadanos de su pueblo.-Al contrario ofreció toda su fortuna personal al servicio de la causa que lo convocaba, interpretando cabalmente el sentimiento de la colectividad que fundara Manuel Oribe.

Es bueno conocer la vida de nuestros Caudillos, dejando de lado las banderías y los sectores, para valorar que nos dejaron un ejemplo de entrega sin condiciones, en el afán de las mejores cosas para la Patria.

“Habrá patria para todos o no habrá patria para nadie”, fue el gran designio de Saravia. Luego la historia marca que malos orientales llevaron a la República al caos, el odio de clases, la corrupción y las divisiones entre los ciudadanos.

No es mala cosa renovar el tributo a hombres como Saravia, sobre todo en estos tiempos donde parece que estamos perdiendo en un mar de pasiones erróneas, el auténtico perfil del Uruguay que fue un ejemplo de América.





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