La fecha que nos olvidamos de recordar. Por Saúl Piña

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Es inimaginable una sociedad que sea libre o que aspire a serlo si su organización no se apoya en la que ha sido la mayor libertad de las libertades. Se trata de la libertad de expresión del pensamiento.

Esta libertad, tiene como una de sus expresiones concretas: la libertad de prensa, lo que implica la libertad de opinar y la liberad de informar, que son la esencia de la democracia.

Y es bueno señalar, que la libertad de opinar y la de prensa, no pueden ser concebidas solo como un derecho del periodista o del órgano de prensa en particular, sino también como manifestación del derecho de la sociedad a recibir esas opiniones y esas informaciones.

Una reciente encuesta revela que más de la mitad de los periodistas venezolanos sufrió algún tipo de agresión en el último año mientras realizaban su trabajo.-Se suma el cierre de medios de información opositores al régimen dictatorial de Maduro. De todos modos, se señala en este informe que la libertad de expresión está amenazada en varios países de América Latina, lo que implica un atraso de la civilización y un acercamiento a tiempos más sombríos.

El pasado 3 de junio fue una fecha muy especial para los uruguayos, sobre todo para quienes tenemos el elevado privilegio de ejercer la atrapante tarea del periodismo. Se trata de una profesión que nos renueva todos los días internamente.

El 3 de junio de 1829, la Asamblea General Constituyente, sancionaba un proyecto de Ley, mediante el cual se tutelaba la libertad de imprenta y se establecían procedimientos para reprimir su abuso. Esta Ley constaba de 35 artículos, el primero de los cuales estipulaba: “Todo ciudadano puede, por medio de la prensa, publicar libremente sus ideas sobre cualquier materia, sin previa censura”.

José Ellauri, como miembro informante expondría para la posteridad, estas palabras que tienen vigencia hasta nuestros días: “ la libertad de prensa, esa salvaguarda y protectora de todas las libertades, esa garantía, la más firme contra los abusos del poder, que pueden ser denunciados inmediatamente ante el tribunal imparcial de la opinión pública; y en cuyo elogio dice un célebre publicista de nuestros días, que mientras un pueblo conserva intacta la libertad de prensa, no es posible reducirlo a la esclavitud”.

Resumía el espíritu libertario de quienes forjaron y cristalizaron la emancipación definitiva, comenzando por el propio Artigas. Todo aquel que asuma con orgullo su condición de periodista, debe rechazar con énfasis, las violaciones a la libertad de prensa, que hoy ocurre en muchos países.

Recordar el 3 de junio de 1829, es una forma de respetar el mandato que surge en las entrañas mismas de nuestra historia, que exige una constante vigilancia.

Bien se sabe que en los estados totalitarios, sus gobernantes le temen a la diversidad de opiniones y actúan en consecuencia. Tenemos la plena seguridad, de que la prensa libre ha de seguir vigente en este Uruguay, porque también ha de seguir vigente el sistema democrático.







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