Recordando a José Batlle y Ordoñez. Por Saúl Moisés Piña

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Hace muchos años los conceptos de libertad y democracia en la vida de las naciones, provocaban desencuentros, arduas discusiones y enfrentamientos. 
Los sagrados derechos del individuo que hoy es lo medular de toda sociedad democrática, se veían muy limitados.

No obstante ello, de tanto en tanto, nacían seres muy particulares que con las condiciones de los predestinados, con su pensamiento eran una especie de luciérnagas que iluminaban la oscuridad de los derechos del hombre y de la opresión que muchos pueblos sufrían, alimentando viva la llama de la fe y la esperanza de un futuro mejor para todos los pueblos. La historia indica que hubo actores políticos que superaron el acotamiento de las divisas. Tal es el caso de este particular uruguayo.

El 21 de mayo de 1856 nacía José Batlle y Ordoñez, un ciudadano que tuvo la virtud de reunir en su vigorosa personalidad, la luz del pensador y la acción firme del líder, cuya mirada penetraba el futuro por encima del horizonte de los siglos venideros. Su nacimiento se produjo en tiempos muy turbulentos, comprendiendo las reformas que el País necesitaba, para acompañar los cambios que el mundo experimentaba.

En el año 1921 es electo Presidente del Consejo Nacional de Administración, dando inicio a una extensa carrera política. Por vía de los altos cargos que ocupa, Batlle realiza una obra extraordinaria, que ubica al Uruguay en el escenario de las naciones civilizadas. Le otorgó especial atención al sistema educativo y el 14 de mayo de 1911, remite al Parlamento su proyecto de ley por el cual se crean los Liceos Departamentales. El 2 de junio de 1911, envía al Parlamento un proyecto creando la Universidad de Mujeres.

Fomentó particularmente la enseñanza técnica y científica y por su iniciativa, se organizan las Escuelas de Veterinaria y Agro granja y se fundan las Estaciones Agronómicas. Tenía muy claro que la educación y la actividad agropecuaria eran pilares básicos en el desarrollo del país.

El 15 de junio de 1911 eleva al Parlamento, un proyecto por el cual se establece la jornada máxima de 8 horas para los dependientes de la industria y el comercio y el descanso semanal obligatorio. Uruguay es el primer país en el mundo que logra esta importante conquista social.

Entregado plenamente al ideal del bien público, como líder del partido Colorado fue combativo y tenaz. Como todo hombre público tuvo errores, los que supo superar, defendiendo siempre la democracia como único régimen político capaz de solucionar los problemas económicos y sociales, a través de una permanente propaganda de ilustración pública.

En su accionar tuvo fe en las reformas progresivas evolutivas, que liberan a la gente de las injusticias y de los prejuicios. Hizo del diálogo un instrumento de trabajo, usando su pluma como espada en esa lucha, siendo el periodismo el camino, para proclamar sus ideas.

En su participación en una Conferencia en La Haya, asombró por su clara visión sobre los problemas internacionales, dejando al Uruguay en el mejor conocimiento del escenario mundial.

Su vida fecunda, se extinguió el 20 de octubre de 1929.

El reconocimiento de ciudadanos de todos los partidos que han realizado aportes positivos al país, es una muestra evidente de la madurez cívica de las colectividades.

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