La vigencia del Prócer. Escribe Saúl Piña

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Hay muchos ejemplos para medir la grandeza de una figura histórica, seguramente uno de los que marcan la actualidad, es decir el peso genuino de un pasaje humano por la tierra, es la permanencia de su mensaje, cuando deja la capacidad de iluminar a las nuevas generaciones.


El 19 de junio los uruguayos recordaremos el 258º aniversario del nacimiento de nuestro héroe máximo: José Gervasio Artigas. Será una jornada de cita para la reflexión, sobre la valiosa herencia que Artigas, cuyas palabras no se las llevaba el viento, sino que se ajustaban a los hechos. Nada dijo que no estuviera dispuesto a defender con su vida, por lo que en el, no hay discrepancias entre el pesa miento y la acción.

El héroe que solo triunfa tiene su bronce rodeado de silencio cuando sus victorias cesan y llegan las de otros. El héroe que triunfa y enseña:” Mi autoridad emana de vosotros y ella cesa por vuestra presencia soberana”; “Sean los Orientales tan ilustrados como valientes”, vive en el verbo y la sangre de sus ciudadanos y el rumor de la vida en vida, trasmuta su muerte. No existe carga más insoportable y estéril para un pueblo, que tener entre sus brazos un héroe muerto y sin vigencia, ese castigo ha sido ahorrado a los uruguayos. 

Valoremos que no tenemos que salir al mundo confundidos y vacilantes a buscar nuestra propia identidad y nuestros héroes. La conocemos muy bien, al punto, de que cualquier laberinto pasajero en este país, ha sido despejado, para encontrar el camino justo y perfecto, que nos conduzca a la luz del entendimiento. 

Como hombre y como símbolo, Artigas es convocatoria sin pausa. Como hombre enseña a traspasar las propias limitaciones y el valor ejemplar, de la autolimitación del poder y aún del renunciamiento. Como símbolo resuelve de una vez y para siempre, por intuición criolla y quizás sin plantearse las aristas teóricas del problema, que existe una unión indisoluble, entre la moral pública y la política, entregándolo todo por la actitud de procederes y rechazando sin siquiera considerarlas, las tentaciones maquiavélicas, de los que en su tiempo y en todos los tiempos, encuentran en la razón del Estado, o en la autonomía de la política como actividad, la justificación de transitar por las sendas equivocadas.

Sería una buena tarea que hoy, los uruguayos hiciéramos un repaso del Ideario artiguista, para comprobar que su pensamiento sigue de pie y a la orden. Nos legó la firme idea de que la democracia, es la máxima pureza como especial concepción del mundo. 

Somos lo que somos y lo seguiremos siendo, porque hemos elegido que el Padre de la Patria, seguirá siendo el fresco e inagotable manantial político y jurídico en que, inevitablemente, habrán de buscarse las soluciones de salvación y de reconstrucción nacional.

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