Esc. Grassi opina sobre la inclusión de la Caja Notarial en la reforma del BPS que se trata en el Parlamento

Para los que no lo sepan, la Caja Notarial es un instituto de previsión social no estatal, similar en eso a las Cajas Bancaria, y de Profesionales Universitarios. Fue creada en el año el año 1941, y comenzó a funcionar el primero de marzo de 1942. Está dirigida por un directorio honorario de siete miembros (tres designados por los escribanos activos, uno por los empleados, uno por los pasivos, uno por el Poder Ejecutivo y otro por el Poder Judicial) que duran cuatro años en sus funciones.

La financiación de Caja Notarial es con un porcentaje de 18,5% de los honorarios fictos que cobran los escribanos.

Los fondos excedentes luego de pagar jubilaciones y pensiones se fueron invirtiendo a través de los años, con mucho celo y con muy buen asesoramiento (en valores, inmuebles, forestación, etc.) y actualmente son un patrimonio muy importante que respalda las prestaciones de la Caja. O sea que la Caja siempre se ha autofinanciado, sin requerir nunca aportes del Estado. Por el contrario, durante la dictadura militar ocurrió un penoso suceso cuando el gobierno de facto, apremiado por fondos (creo que fue para sostener una cotización del dólar que igual finalmente se les escapó, ¿recuerdan al General que dijo que los que pronosticaban una devaluación serían marcianos?), confiscó a la Caja manu militari un importante capital que nunca le fue devuelto. Entre las reparaciones que se hicieron luego del retorno de nuestra democracia, a ésta nunca le llegó el turno, y más bien parece haber caído en el olvido.

Escuchando el ríspido debate sobre el aumento de la edad para jubilarse, que incluso ha provocado violentas manifestaciones en países del primer mundo, recordamos que para los escribanos ya está vigente, así como también una importante rebaja del monto de las jubilaciones futuras, todo establecido por una ley solicitada por ellos mismos, cuando los estudios especializados informaron que de no hacerlo, al cabo de unos años, la Caja Notarial entraría en déficit.

Pero aún hay más. Como es sabido, hay escribanos que ganan mucho más que otros, y por tanto su aporte a la Caja, (un porcentaje de sus honorarios fictos) es mucho mayor, y por tanto también lo será su jubilación. Sin perjuicio de ello, hay topes jubilatorios que a pesar de que mucho se haya aportado no se pueden superar, y además, el monto de la jubilación no es sobre el 100% de lo aportado, sino que se hace una considerable quita. Y las importantes sumas provenientes de “recortar” las jubilaciones mayores van al monto de las jubilaciones de los escribanos que trabajaron menos, y por tanto aportaron menos.  En una época en que las actitudes solidarias son tan valoradas, he aquí que la Caja Notarial viene haciendo un largo camino desde hace décadas con su sistema verdaderamente solidario entre los que aportaron más, hacia los que aportaron menos.

La Caja Notarial ha desarrollado además otras prestaciones, siempre financiadas con sus propios fondos.

Me consta que la Caja Notarial ha sido un testigo molesto al compararse con sistemas jubilatorios más costosos, que se administraron mal, que necesitan subsidios constantes, o tienen directores con sueldos exorbitantes… y prueba de ello es que a través del tiempo han sido varios los intentos por hacerla desaparecer. Tal vez ha sido irritante que con menos aportes se autofinancie, sirva prestaciones mejores, haga ahorros, tenga una historia de honradez inmaculada, y encima su directorio sea honorario!

¿Será que ahora ha llegado el momento de hacer desparecer (¡por fin!, dirán algunos), esta institución que a través de largas décadas ha sido un ejemplo de honestidad, de austeridad, de buena administración, de solidaridad?

La pregunta es porqué eliminar algo que funciona tan bien y que no genera gastos para el Estado, pero que según se ha dicho, en caso de integrarse al sistema general sí los va a ocasionar dentro de algunos años.  IR A PORTADA