Obsolescencia programada: ¿Por qué tus dispositivos dejan de funcionar repentinamente? Por Esc. Alejandro Guerrero

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¿Has experimentado alguna vez el frustrante problema de que tu impresora deje de funcionar de repente? Quizás la llevaste al servicio técnico y te dijeron que no valía la pena repararla y que deberías comprar una nueva. Pero este problema no se limita solo a las impresoras, sino que se extiende a una amplia gama de productos electrónicos de uso diario, como celulares, computadoras, televisores y electrodomésticos.

Este fenómeno se conoce como obsolescencia programada, se refiere a la planificación intencional de la vida útil de un producto para que deje de funcionar en un momento determinado. ¿Qué hay detrás de este enfoque y qué consecuencias tiene para los consumidores y el medio ambiente? Acompáñame en esta exploración del impacto de la obsolescencia programada en nuestra sociedad.

La historia detrás de la duración de los productos

En 1879, Thomas Edison lanzó al mercado la primera bombilla incandescente con el objetivo de proporcionar la mayor cantidad de luz y ser lo más duradera posible. Años más tarde, en 1924, se llevó a cabo una reunión en Ginebra en la que los principales fabricantes de bombillas, como Osram, Philips y General Electric, establecieron estándares de calidad uniformes en el mercado para competir de manera más justa, para ello acordaron limitar la duración de las bombillas a 1000 horas en lugar de las 2500 horas que alcanzaban hasta entonces.

En el parque de bomberos de Livermore (California) se encuentra la bombilla más antigua del mundo, funciona desde 1901. Fue fabricada por la compañía Shelby Electric en la década de 1890 y donada al Departamento de Bomberos por Dennis Bernal en 1901. Desde entonces, ha estado encendida casi continuamente y ha sido reconocida por el Libro Guinness de los Récords.

Tipos de obsolescencia programada

A menudo, damos por sentado el hecho de desechar un producto cuando deja de funcionar, pero en ocasiones ni siquiera llegamos a ese punto, ya que nos dejamos seducir por la publicidad que nos persuade. Descartamos lo que ya tenemos y nos lanzamos por lo nuevo, según lo que nos dicta la publicidad, mucho antes de que la obsolescencia programada haga lo suyo.

Un claro ejemplo es la moda, seguramente más de una vez te pasó que compraste una prenda y la utilizaste por un corto periodo de tiempo o por única vez. Cada vez hay más consumidores que adquieren una prenda por el solo hecho de las tendencias de diseño.

Un segundo tipo son los componentes electrónicos los cuales se dañan o vienen intencionalmente programados -como el caso de las impresoras- y su reparación es igual o más costosa que adquirir uno nuevo.

Por último, un tercer tipo son los productos de tecnología como celulares, computadoras y similares que debido a una actualización de software pueden llegar a quedar obsoletos.

¿Cuáles son las consecuencias para medio ambiente?

Esto genera gravísimas consecuencias medio ambientales, a priori podemos enumerar las más evidentes: aumento de emisiones de CO2, utilización desproporcionada de materias primas y recursos naturales, contaminación de las aguas, generación de miles de toneladas de residuos que terminan en ríos y el océano, entre otras.

Según el informe The Global E-Waste Monitor 2020 de las Naciones Unidas, en 2019 solo se recopiló y recicló el 17,4% de los residuos electrónicos en todo el mundo, mientras que el 82,6% restante se desechó en vertederos. Se espera que para el año 2025 se generen 53,9 millones de toneladas de desechos electrónicos, según el Bureau of International Recycling.

¿Qué soluciones se plantean?

A pesar del panorama poco alentador, comienza a gestarse una cultura de consumo responsable, y tanto las industrias como los gobiernos están empezando a tomar medidas al respecto. Un ejemplo de ello son las lámparas LED, que representan un gran avance, ya que duran hasta 25 años, diez veces más que las convencionales.

En cuanto a las políticas gubernamentales, la Comisión Europea ha presentado recientemente una propuesta directiva para fomentar la reparación de los electrodomésticos en caso de avería, con el objetivo de reducir la necesidad de comprar nuevos productos de manera masiva. Según esta nueva medida, los fabricantes estarían obligados a reparar los dispositivos hasta 10 años después de su compra, y solo podrían negarse a hacerlo si resulta imposible. 

Según el comisario de Justicia, Didier Reynders, "Exige a los vendedores reparar los dispositivos cuando el arreglo sea más barato o cueste lo mismo que sustituirlo".

Como reflexión final, quisiera plantearles una pregunta que nos invita a reflexionar sobre el uso de la tecnología en el día a día: ¿cuánto tiempo útil le queda al dispositivo con el que interactúas ahora mismo?.  IR A PORTADA 

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