El vigente mensaje del Dr. Miguel C. Rubino. Escribe Saúl Piña

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El querido y recordado poeta y escritor Luis Anchieri Pérez decía: “Parecería una fatalidad histórica la ignorancia contumaz de algunos pueblos, respeto a los valores de sus propios hombres”.

El 7 del corriente mes se cumplen 79 años del fallecimiento del Dr. Miguel C. Rubino, un dilecto hijo de Durazno nacido en un hogar muy humilde de inmigrantes italianos, que vivían del cultivo de la huerta, parte de cuya producción, de niño, Miguel vendía en una canasta por las calles del pueblo.

Sus estudios primarios y secundarios evidenciaron desde temprana edad, su gran nivel intelectual, al punto de que con un grupo de compañeros, lograron la creación del primer liceo popular en Durazno, donde Rubino fue profesor y alumno, destacando ya sus cualidades como investigador y gran observador de los fenómenos de la naturaleza. 

Sus primeros años siempre estuvieron caracterizados por las carencias económicas, lo que pudo superar, porque estaba impulsado por esa misteriosa luz, que solo aquellos elegidos poseen. El mejor legado que le hicieron sus padres, fue la responsabilidad con el trabajo, encarando la pobreza material con dignidad y que se puede superar con esfuerzo y voluntad, sin asistencias que condicionan.

En 1909 se graduó con excelentes calificaciones como Médico Veterinario, iniciando una fermental tarea profesional y social en directo beneficio del sector rural, teniendo particular vinculación con la creación de la “Sociedad Rural de Durazno“, y promoviendo con Carlos Reyles la fundación de la “Liga del Trabajo de Molles“.

Fue creador de la Estación Experimental de Epizootia, que funcionaba en el local de Santa Bernardina, edificio que aún conserva su diseño original. Este laboratorio fue el escenario de valiosas investigaciones, de los graves problemas sanitarios, que afectaban no solo a los humanos, sino también a los animales, como era el carbunclo. 

El 6 de junio de 1926, presentó, un informe sobre una nueva reacción Serológica de la Lepra, estudios que lograron gran impacto en Europa, donde Rubino viaja en 1930, desarrollando una fructífera actividad de investigación y docencia en el Instituto “Pasteur” de Paris y, conferencias en Berlín donde logró gran impacto en el escenario científico. En Alemania realizó más de dos mil Reacciones sobre la lepra, logrando excelentes resultados en personas que estaban recluidas por la enfermedad, pero que no eran leprosos.

Miguel C. Rubino era un ser tocado por el don del trabajo, el esfuerzo y la humildad, que son los valores básicos de todos aquellos vinculados con la auténtica gloria, teniendo el privilegio, de esa aspiración de la mayoría de los mortales: trascender en sanas enseñanzas a las futuras generaciones.

Perdemos identidad, si olvidamos los grandes hombres del pasado que nos legaron instrumentos para emprender con verdad, la búsqueda de caminos que conduzcan a una mejor convivencia social, buscando en fraternidad la armonía en torno al propósito patriótico de engrandecer al Uruguay.

El mensaje que nos dejó Rubino es instrumento para pensar, procurando una responsable organización cívica de la sociedad, donde prime el esfuerzo, el diálogo y el compromiso con el país.

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