Artigas a 261 años de su natalicio: Vigencia de un legado de libertad, igualdad y soberanía popular. Por Saúl Piña

0

El 19 de junio de 1764 nacía el "Padre de la Patria", José Gervasio Artigas. Hay muchas referencias para medir la grandeza de una figura histórica. Con seguridad, una de las que mejor marcan la actualidad, es decir el peso auténtico de un pasaje humano por la tierra, es la permanencia de su mensaje, la capacidad de proyectar su luz a las generaciones posteriores, cuando las mismas deben enfrentar cambiantes desafíos que la dinámica del mundo plantea.

Artigas quería una independencia con pueblos y hombres libres, iguales en presencia de la ley, donde no quedara ni el recuerdo de "la maldita costumbre de que los engrandecimientos nacen de la cuna" y los humildes "sin más delito que su miseria" hallaran la debida protección. Aspiraba una independencia donde la tierra en producción llenara una función social y de estímulo en beneficio del campesino laborioso, con escuelas y centros de cultura, que fomentaran la ilustración del pueblo. Su gran meta en su vida fue la existencia de una independencia con gobiernos republicanos surgidos de la soberana voluntad popular.

Artigas tuvo el privilegio de ser depositario de la esperanza de libertad de nuestro pueblo en armas. Pero en el cumplimiento de su noble misión y creyendo en valores superiores para la mejor convivencia, amplió sus cometidos de soldado y, puesto por voluntad de los orientales en la jefatura de su pueblo, sumó a sus tareas de Libertador las de un organizador y apóstol de su vida cívica, fomentando en la conciencia nacional los dogmas de libertad y soberanía. 

Fue defensor de la tolerancia ideológica y la justicia social. Proclamó con acciones y no con promesas, que el accionar de los gobernantes, sin pedir peajes, es favorecer a los desposeídos de modo que "Los más infelices sean los más privilegiados".

Los uruguayos debemos asumir que la vigencia artiguista integra el mejor recuerdo de nuestra historia, manteniendo un elevado contenido de auténtica democracia, que debe ser la vértebra esencial de nuestra realidad y nuestro proyecto nacional, como herramienta fundamental para enfrentar una especie de crisis ideológica y la vacuidad retórica, que pretende adornar una mediocre realidad con la embriaguez de pobres oratorias y promesas de paraísos terrenales.

Han transcurrido 261 años del natalicio del Prócer, y el 19 será día de recuerdo, pero también de reflexión y valoración de la sabiduría del mensaje que nos legó, como por ejemplo que: existe una unión indisoluble entre la moral pública y la acción gubernamental. 

Entradas que pueden interesarte