Calor, río y descanso: el verano se afirmó este fin de semana en Durazno

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El verano se hizo sentir con fuerza este fin de semana en Durazno y encontró a la ciudad, y sobre todo a su ribera, en plena sintonía con el calor y el descanso. El sábado 27 de diciembre fue una jornada exigente: la temperatura trepó hasta los 35 grados y la sensación térmica alcanzó los 39. El domingo ofreció un leve alivio, con 31 grados de máxima y una térmica cercana a los 34, suficiente para sostener el clima de playa y aire libre.

Desde  temprano, la playa 'El Sauzal' del camping '33 Orientales' se convirtió en el punto de encuentro. La postal fue clara y repetida: arena ocupada por familias y grupos de amigos, sillas plegables, sombrillas bien afirmadas, mates circulando y chicos y grandes entrando y saliendo del río Yí. No hubo apuro; sí permanencia. 

En la arena, el ocio tomó formas simples y conocidas. Algunos improvisaron partidos con una pelota que iba de cabeza en cabeza; otros se inclinaron por el tejo o por juegos de ida y vuelta con paletas, una especie de tenis sin red ni mesa, marcado más por la risa que por el tanteador. El movimiento fue constante, sin estridencias.

La actividad comercial acompañó el pulso del lugar. Los módulos trabajaron a pleno y el puesto ubicado más cerca de la arena concentró largas filas, sobre todo el sábado a media tarde, cuando el calor empujó la demanda de jugos, refrescos y bebidas frías. Cerca de las seis de la tarde, el ir y venir de gente marcaba uno de los picos de concurrencia.

Más adentro del camping, el clima fue distinto pero complementario. En los pocos campamentos diseminados entre los árboles, el mediodía se llenó de humo suave y brasas encendidas. Hubo asados compartidos, mesas largas y conversaciones largas, en un ambiente tranquilo, sin sobresaltos, propio del disfrute extendido.

El parador 'Enrique Hugarte Izcué', recientemente habilitado tras el proceso licitatorio, comenzó a operar en este contexto. Pudo observarse que muchos duraznenses optaron por recorrer el camping en auto, a paso lento, sin detenerse demasiado, observando el movimiento, el río y la gente, como quien toma nota de un paisaje que vuelve a activarse.

Sobre el agua, el río Yí fue protagonista. Canoas, kayaks y tablas similares a las de surf se multiplicaron a lo largo de la jornada. No se trató de grandes travesías, sino de ganas claras de entrar al río, flotar, remar un poco y volver. En conjunto, el fin de semana dejó una escena reconocible para los duraznenses: calor intenso, sol pleno y un paseo estival que, una vez más, funcionó como punto de encuentro.


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