Con la llegada de la primavera, un fenómeno bien conocido en Durazno vuelve a hacerse notar: la “pelusita” de los plátanos que cubre las principales calles del centro. Aunque por ahora parece menos intensa, su presencia sigue afectando a quienes padecen alergias y a muchos vecinos que terminan con irritación en los ojos o molestias en la garganta.
El problema, sin embargo, no es exclusivo del centro del país. En Montevideo, donde se calcula que hay unos 20 mil plátanos distribuidos por avenidas y barrios históricos, la situación es similar: según El Observador, durante un mes, penachos rubios flotan en el aire e ingresan en narices, gargantas y ojos de transeúntes.
Allí, las autoridades de la capital analizan un proyecto innovador: inyectar a los plátanos giberelinas, hormonas vegetales capaces de inhibir la floración y, con ello, reducir tanto el polen como la formación de la pelusa. La iniciativa, presentada por técnicos de la Facultad de Agronomía y el área de Arbolado de la Intendencia de Montevideo, aún espera financiamiento, pero abre una vía inédita para enfrentar un fenómeno que afecta cada primavera a miles de personas.
En Durazno, por ahora, la respuesta es la más inmediata y visible: barrido constante de calles y veredas. Sin embargo, el avance de investigaciones en la capital plantea preguntas sobre posibles caminos a futuro. ¿Podría una ciudad arbolada como Durazno beneficiarse de soluciones similares? La ciencia, por lo pronto, ya trabaja en ellas.
