Democracia: esencia del hombre. Por Saúl Piña

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La democracia en tanto que concepción ideal de la vida y del mundo es, en su suprema perfección, impulsora permanente e inagotable de los mayores esfuerzos y de los más altos logros en la búsqueda afanosa de la felicidad humana.

Es todo un histórico desafío que tienen los hombres y los pueblos, y que por lo tanto en un deber hacer realidad la democracia del modo más pleno. Hay que responder a ese reto y el mejor destino del ser humano es su premio.

Pero comprobado está que para alcanzarlo es fundamental crear un clima de amor entre los hombres y de amor entre los pueblos. No es buena cosa la lucha de clases, que aparece como como la madre de la violencia inevitable de la tan mentada “dictadura del proletariado”, ya que aquellos grupos que la defienden, se traduce en una acción política, que la paz que prometen no es paz de amor, sino de terror y de muerte.

La antipatía y la pugna entre hombres, entre grupos, entre pueblos, es la base de todos los autoritarismos, y no es la senda para las conquistas democráticas. La democracia es sustancialmente la libertad y ésta está hecha de todas las libertades, incluyendo la política y la representación de la voluntad popular, ha de manifestarse a través de la libre intervención, de la opinión pública que son los partidos políticos, concretando elecciones libres sin presiones y sin presos políticos.

En el Uruguay el no reconocer estos valores es negar la democracia y el contenido de la Constitución provincial artiguista que decía:” El Gobierno es instituido para el bien común, para la protección, seguridad del Pueblo y no para el provecho, honor o interés privado de algún hombre, familia o clase de hombres.

Por tanto el Pueblo solo tiene derecho incontestable, inajenable e irrevocable para instituir el Gobierno, y para reformar, al alterar o cambiar totalmente el mismo, cuando lo requieran así su protección, seguridad, prosperidad y fidelidad”.

Agregaba después que “Ningún hombre o corporación o asociación de hombres, tiene otro derecho para obtener ventajas, o privilegios particulares y exclusivos distintos de la comunidad que los que se origina del consideración de los servicios hechos al Público.”

 Este documento es un mandato que nos marca un camino de hermosa tradición a todos los uruguayos, para la defensa de la democracia, tanto aquí como en cualquier país del mundo.

Es evidente que la democracia es lo que es, por lo que no resulta correcta alguna interpretación de actores políticos, que se ubican en la zona de lo neutral, frente a los horrores que enfrentan algunos países, como por ejemplo Venezuela.

El ciudadano auténticamente demócrata, para serlo con sinceridad, ha de estar imbuido de amor por el hermano, por la humanidad y tiene que predicarlo en sus palabras pero también en sus hechos.





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