El agua: tesoro del Uruguay. Por Saúl Moisés Piña

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Para llegar a comprender en plenitud la naturaleza de la crisis ambiental que hoy enfrenta la humanidad, tenemos que llegar a la raíz del problema. Surge con claridad que se trata de una crisis de la civilización y que, de no cambiar el modelo imperante, no tenemos muchas chances de subsistir sobre el planeta Tierra.

La tendencia es el crecimiento constante y la disponibilidad ilimitada de recursos, todo lo que conduce a que lleguemos con mayor facilidad al agotamiento, la extinción, al colapso de los ecosistemas, afectando con niveles muy peligrosos los ciclos naturales.

Es notorio que la crisis ambiental es social y no solamente vinculada a factores ecológicos; ya que afecta a las comunidades con resultados diversos. Algunos son muy notorios como la desertificación, el calentamiento global, la desforestación, la pérdida de diversidad biológica y el aumento de la pobreza.

Esta realidad—que nos debe preocupar—lleva implícita una crisis de valores. Es una crisis ética, reflejada en la lógica materialista y utilitaria, que inspira la conducta social. Algunos países priorizan lo económico, captando inversiones en industrias que pueden tener perfiles positivos, pero hipotecando seriamente el futuro medioambiental de sus ciudadanos, como por ejemplo contaminar las fuentes de agua.

En estos días ha trascendido una información que no ha sido de mayor importancia en los medios de comunicación, pero que de concretarse, muchas zonas del mundo podrían enfrentar una verdadera película de terror. El Ártico es uno de los sitios donde más se nota el calentamiento del planeta. Según especialistas si se supera dos grados más de la actual temperatura que allí rige, los hielos de Groenlandia podrían derretirse por completo, aumentando el nivel del mar en siete metros, lo que haría desaparecer varias zonas en la tierra. El calentamiento global se viene dando con mayor dinamismo, por imprudencia del hombre.

El pasado 22 del corriente se recordó el Día Mundial del Agua, siendo Uruguay uno de los países más privilegiados en cuanto a las reservas de agua dulce, por lo que resulta básico preservar esta riqueza natural, que en el futuro tendrá más valor que el petróleo. Será así, por cuanto las fuentes de este preciado recurso son fijas, y la demanda va en aumento. Crece la población mundial, se eleva el consumo neto.

Mejoran las condiciones de vida de muchos pueblos, aumenta la demanda del agua y también el crecimiento de la producción de bienes y servicios que implica mayor contaminación de los recursos hídricos; por  lo que resulta riesgosa la instalación de industrias contaminantes en los márgenes de ríos y arroyos.

En este país se enfrenta desde hace largo tiempo, el grave problema de la contaminación de los cursos de agua. Un reciente informe indica el elevado grado de deterioro que tienen las aguas del Río Negro, por  impacto de plaguicidas, que habilitan el crecimiento de las algas cianófilas, afectando la fauna y la flora. Ocurre lo mismo con el Santa Lucía.

En estos días ha trascendido que recién ahora, se viene programando una labor de contralor de los cursos de agua en el país, como medida para atemperar el fenómeno de la contaminación de este liquido precioso, que es base de vida en todo el planeta. Es bueno recordar que la Naturaleza no negocia.

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