Dr. Jorge Menéndez Corte. Por Saúl Piña

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Decía  José Martí: “La muerte no es verdad cuando se ha cumplido bien la obra de la vida”. 
Esta sabia sentencia del Libertador, tiene total vigencia ante el fallecimiento de un dilecto hijo de Durazno ocurrido el pasado jueves 11. Nos referimos al doctor Jorge Menéndez Corte, quien enfrentó con hidalguía una cruel enfermedad.

El fenómeno de la muerte, más allá de que es la gran seguridad de la vida, nos produce sensaciones muy particulares. Nos invade el temor, el misterio, el dolor, pero en este caso también, la sensación de injusticia y de que algunos actores hacen que la fidelidad política no paga.

Menéndez transitó su niñez en un escenario rural, en Villa del Carmen, pagos del “Buen pan y buen Vino”; en un hogar de excelente cepa, donde predominaban valores tales como la ética, el respeto y sobre todo la humildad. Esos atributos nunca los perdió y seguramente fueron las herramientas que le permitieron lograr especial significación en el taller de la vida. En materia política, Jorge sabía que lo correcto es exponer lo propio y rebatir con altura lo ajeno. Nunca transitó el sendero de la descalificación del rival de turno. Con su accionar le otorgó jerarquía a su querido Partido Socialista.

Fue el primer Edil del Frente Amplio, dejando un grato recuerdo de su pasaje por el Legislativo Departamental.-Fue el primer Diputado de su partido por Durazno, cumpliendo su delicada tarea con elevada responsabilidad y muy lejos de la soberbia; abordando con honestidad y marcado compromiso, sin promesas y con limpia lealtad a la esencia de los ideales democráticos.

Ninguna disciplina para la actividad humana está revestida de tanta pasión como la política. Tanto para la exaltación como para el vilipendio, tanto para encumbrar como para descalificar. Jorge sabía todo esto y encaraba su trabajo partidario con respeto, buena voluntad, con tolerancia, sentido común y acción fraternal. La vida le había enseñado que nadie tiene el monopolio de la verdad, y que, sin duda, el ocasional adversario político, siempre tiene una porción de verdad en sus argumentaciones, que corresponde respetar.

Dentro del conjunto de delicadas y complejas ocupaciones a que es llamado el ser civilizado, hay una que reúne todas las excelencias pero también todas las ingratitudes propias de la acción pública: es la política.

Jorge abrazó la política y por sus atributos, fue designado Ministro de Defensa Nacional, un cargo de extrema sensibilidad, pero que lo supo cumplir con elevada profesionalidad, gran compromiso con el país y con los postulados de su gobierno, logrando el respeto de sus subalternos, lo que en ese escenario no es cosa fácil. Le tocó enfrentar una situación muy particular, donde predominó la ingratitud sobre el civismo.

Presentó renuncia a su cargo, en un acto de ética y de honor a la verdad en la gestión cumplida en una compleja instancia de gobierno. Nuestro más sentido pésame a su esposa e hijas, en este tiempo de dolor.

En el acto del sepelio se dieron cita cientos de vecinos, que sin tener en consideración colores o divisas, demostraron que en este Durazno, quedan reductos importantes para la razón, el reconocimiento de las buenas acciones en el escenario político y, sobre todo para valorar la verdad, que seguramente será la senda para concretar el sueño de un Uruguay mejor, que será la más valiosa herencia que podremos dejar a nuestros hijos.

Gracias Jorge por tu ejemplo de dignidad en el transcurso de tu vida, como en el final de la misma. El juicio histórico, que es inexorable, pondrá las cosas en su sitio.







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