Carlos Grippo Puglia, duraznense fallecido en Venecia el 31 diciembre. Escribe Saúl Piña

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La muerte es el final de la vida, tal como lo conocemos. Pero en realidad es mucho más, ya que está envuelta en un profundo misterio cargado de oscuridad y generalmente, rodeada de miedo y aprensión en el corazón de las personas.

Documentos de algunas corrientes filosóficas centenarias aseguran que el espíritu es inmortal, y que guarda en si todos los sentimientos cultivados en la vida material, porque estos no conocen de límites o fronteras.

El pasado 31 de diciembre falleció en la tan particular ciudad de Venecia, tan vinculada a lo mejor del arte y la cultura del hombre, un querido duraznense, cuyo espíritu seguirá latente en nuestra memoria: Carlos Grippo Puglia.

Había nacido en 1943 en la localidad de Molles “Carlos Reyles”, en un hogar de padres dedicados al comercio. No obstante la dedicación de sus mayores sufrió las carencias del medio, ya que Carlos desde niño venía elaborando una personalidad que lo llevaría con el transcurso de los años a la excelencia.

Asistió a la Escuela Nacional de Bellas Artes y en el año 1973 se estableció en Rosario (República Argentina), dedicándose al diseño de libros en la Editorial Vigil, y también en una importante textil.

En 1976 viajó a Europa, iniciando su actividad como artista plástico con singular éxito, elaborando obras de marcada originalidad y profundo sentido humanista. Tuvo el privilegio de encontrar el camino de la inspiración y la belleza, logrando que las exposiciones e invitaciones se multiplicaran en varios países de Europa.

Especial significación tuvo el ofrecimiento de la empresa Alitalia, para adquirir 40 obras, con destino a los clientes VIP de la misma. Triunfó también en Nueva York, donde una prestigiosa Galería, lo invitaba todos los años para exponer sus particulares obras. Carlos, con quien tuve cierta vinculación de amistad, fue un ser muy particular, de perfil bajo y notada humildad que no tomada muy en cuenta las urgencias del dinámico mundo actual, y su existencia era metódica y pausada, pero plena de espiritualidad.

Hace dos años Grippo estuvo varios meses en Durazno, atendiendo temas familiares y haciendo gestiones a nivel municipal, para la creación de una especie de Museo en “Carlos Reyles”, iniciativa que fue bien recibida por los responsables culturales del Municipio, pero que no se pudo concretar.

Los duraznenses nos preguntamos cuál sería la razón por la cual Carlos Grippo fue desconocido en Durazno pero también en el escenario cultural uruguayo. Nunca es tarde, y sería bueno difundir en plenitud la extensa nómina de triunfos en el exterior.

Quienes tuvimos el privilegio de conocer a Carlos, seguro estamos estará en el Oriente de la Sabiduría, recreando sus mejores recuerdos y logros profesionales, sin olvidar sus valiosas vivencias inspiradoras, de los pagos de “Molles”.

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