La noche de la gran ilusión. Escribe Saúl Moisés Piña
La noche del próximo 5 del corriente tendrá una característica muy particular, vibrando y cobrando vuelo toda la imaginación de los niños, y aún de los desposeídos si tuvieran al alcance el buen augurio de la piedad del hombre por el hombre.
En estos tiempos, pobres y ricos—cuando de niños se trata—no existe la culpabilidad ni deberían plantearse diferencias de ningún tipo. Para todos los niños del mundo, que tienen aún, un valor que los adultos envidiamos: el sol de la inocencia resplandeciendo en plenitud en sus cerebros, el Día de los Niños es la gran fiesta de la esperanza, una fuerte campanada emocional que se extiende vibrando por todas las comarcas.
En esta tierra uruguaya aferrada a las tradiciones más entrañables, los ardientes deseos llegan con el consiguiente esfuerzo humano, a casi todos los hogares. Será la noche del próximo domingo 5, de gran esperanza, en que el sueño tardará en conciliarse, porque las ilusiones volaron hasta un misterioso espacio en el Cielo, desde donde llegarán Melchor, Gaspar y Baltazar, conjurándose en definitiva un hecho mágico, pleno de amor y cargado de esperanza.
En los hogares de millares de uruguayos, los Reyes dejarán en los zapatitos infantiles, sus regalos. Lamentablemente no será en todos.
Habrá también aquellos donde en la mañana de la gran curiosidad, se conforman con pequeños regalos, o con algún invento del padre o de la madre, como forma de impedir que el niño, jamás pueda admitir sin amargura, la ausencia de los Magos. Por ahora, esa noche de ilusiones de maravilla, queda reservada a los niños, y por desgracia no para todos.
Nosotros los adultos, seguimos en la espera de los Reyes Magos, con la esperanza de que además de juguetes, traigan en sus alforjas, la paz, el entendimiento, el sentido solidario y la hermandad fraterna entre los hombres. Será el Día de los Padres, aspiración en la cual debemos tener seguridad de que se concrete, más allá de la fe que cada uno profese.
Será el ansiado día en el cual deberán creer aquellos, que guiados por sus propios intereses niegan todo misterio a la vida humana, y que por sus mezquinas ingratitudes, no tienen la capacidad de entender, todo el bien que encierra el dar, si esperar retorno.
Quisiéramos que la noche de los Reyes, fuese eterna y que en el mundo, se concretara la magia de su mensaje de esperanza, de paz y felicidad. Que no hubiera que enfrentarse al egoísmo, a la ignorancia, a la mentira y a la ambición, que son fuentes de la violencia y ausencia de la armonía entre los hombres.
De todos modos, es muy positivo, que para los padres se satisfaga un día en el año, la capacidad de ser mago y la voluntad de dar, de sembrar y de entregar con amor. Un día en el que, los adultos recuperarnos el niño que eternamente llevamos adentro. Un día en el cual las sorpresas
superen a las decepciones y las ilusiones se tornen realidad.
Que los Reyes Magos con su profundo simbolismo de felicidad, hagan posible, que en cada fermento de hombre, se anide el sentimiento pleno de su destino superior, entre sus congéneres.