El 40% de la comida se desperdicia en el mundo. Escribe Saúl Piña

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Hasta 133 millones de personas pueden sumarse en el presente año a los casi 690 millones que pasaban hambre en el pasado año, un aumento causado por la Covid-19, lo que refleja la necesidad de aumentar la alimentación en todo el mundo. 

La ONU ha lanzado un programa tendiente a la solidaridad y la cooperación frente a la amenaza a la seguridad alimentaria que supone la pandemia. Según las Naciones Unidas el covid podría empujar en este año al hambre a casi 132 millones personas en función del deterioro del escenario económico.

Un reciente informe da cuenta que un 40% de los productos cultivados para alimentar a la población global no acaban siendo consumidos, un desperdicio que agrava el hambre, pero además contribuye a un 10% de los gases de efecto invernadero equivalente a casi el doble de las emisiones anuales de todos los automóviles en Estados Unidos y Europa.

El estudio realizado da cuenta que cada año se desperdician 2.500 millones de toneladas de alimentos, de los que 1.200 millones se pierden ya en el campo y más de 900 millones en los locales de venta o en los domicilios. La pandemia ha empeorado la tendencia a causar interrupciones masivas en las cadenas de suministro forzando cancelaciones de contrato, cierres de restaurantes y dejando grandes cantidades de alimentos perecederos tirados en las granjas pudriéndose.

Mientras el hambre crece, la política de algunos gobiernos en la producción de alimentos es errática. Tal el caso del productor argentino de Misiones, Ricardo Ranger, que dejó en su chacra sin recoger, un millón y medio de kilos de limones y 200.000 kilos de naranjas pudriéndose en el suelo. La cosecha no la pudo realizar por no encontrar gente que la levante. Se trata de una situación que se repite también en las cosechas de tabaco, promoviéndose una situación de extrema dificultad y de millonarias pérdidas para los productores. 

La falta de mano de obra es que el gobierno argentino asiste a los desocupados, que no les interesa trabajar en una zafra, porque les sacan el beneficio.

Ranger dice “el Estado otorga subsidios para que no trabajen y la actual política desestimula la inversión, el trabajo y la producción.

Hoy decir trabajo es mala palabra, es una vergüenza nos estamos fundiendo”. Es lamentable esta situación, sobre todo teniendo en consideración el costo que tienen los cultivos .Según los estudios unos 4.4 millones de kilómetros cuadrados de terreno y 760 kilómetros cúbicos de agua se utilizan para producir los 1.200 millones de toneladas de comida que se desperdician en el campo. 

Un informe señala que los países de altos y medianos ingresos de América del Norte, Europa y Asia, contribuyen con el 58% de estas pérdidas en las cosechas mundiales. Se estima que para poder aliviar este grave problema, los gobiernos deben adoptar medidas para apoyar a los agricultores de todo el mundo, facilitando el trabajo rural y dinamizando los mercados.

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