Recordando a un ciudadano ejemplar. Escribe Saúl Piña

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Documentos de corrientes filosóficas que nos llegan desde viejos tiempos, aseguran que el espíritu es inmortal y que guarda en sí todos los sentimientos cultivados en la vida material, y que estos no conocen de límites o fronteras, porque los seres humanos tenemos la posibilidad de seguir viviendo en el porvenir hasta el infinito.


Afirman estos legendarios textos, que el fin de la vida en el plano de la existencia material terrenal, da origen al nacimiento de una nueva vida en otra dimensión, una especie de esencia espiritual que jamás desaparece.

De todos modos a los seres humanos la muerte siempre nos impacta, produce pena y dolor, momentos en que solo, un profundo sentimiento de fe y esperanza nos alivia la impotencia y nos hace reflexionar sobre el camino de misterio de la eternidad que pueda venir luego de la muerte. 

El 8 de junio del pasado año 2021, falleció un dilecto hijo de Durazno, que ha tenido el privilegio de la eternidad, ya que dedicó buena parte de su tiempo, en el fomento de iniciativas de bienestar social a la comunidad duraznense. Nos referimos al Dr. Honein Sánchez Galarza, quien fue un profundo estudioso de temas filosóficos y relacionados con la cultura en todas sus disciplinas. 

Odontólogo de profesión, tuvo particular destaque en lo deportivo, siendo integrante del equipo del Liceo “Rubino” que obtuvo el Campeonato Nacional de Atletismo Universitario, en el año 1949. Apoyo fundamental en el funcionamiento de la Asociación Amigos de la Música “Julio Martínez Oyanguren”, aportando tiempo, sabiduría y recursos económicos, en tiempos de oro de esta institución. 

Miembro de la primera Comisión Organizadora del Festival de Folklore, Directivo de la Asociación de Odontólogos del Uruguay y del Rotary Club, capitalizando su experiencia de hombre de buenas costumbres y sentido fraterno y solidario, producto del cultivo de su templo interno; lo que le permitió, enfrentar el odio ,el ego, la codicia y la ambición. 

En el trayecto de su camino por la vida, cultivó en profundidad la tolerancia, la fraternidad y la capacidad del perdón. Aquel 8 de junio la Parca, le colocó a Honein la máscara de hielo, que le otorgaba el derecho en la eterna barca de Caronte. Con antelación había pagado los óbolos que el batelero exige puntualmente por el viaje, mediante el valioso aporte que realizó durante su existencia, en favor de sus semejantes, siempre transitando el camino de la dignidad y el trabajo.

Seguramente eso fue producto de la herencia de sus padres, Don Francisco y doña Celia. Sánchez nos dejó una rica enseñanza: el hombre debe bregar por el bien común, con pureza de intención, sin esperar nada más a cambio, que la felicidad interior de haberlo podido hacer. Honein fue un sembrador de ideales, que supo ubicarse por encima del fanatismo, las pasiones y los prejuicios, que son la miseria de los seres humanos.

Seguramente hoy mora en el Reino de los Sabios; quienes tuvimos el privilegio de conocerlo, seguiremos capitalizando su nobleza de vida. La recuperación del local de la “Asociación Amigos de la Música”, sería el más justo reconocimiento a su memoria.

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