Tiempos de reflexión. Escribe Saúl Moisés Piña

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Para alcanzar más grados de bienestar es preciso que el pueblo eleve sus condiciones de existencia y esté en situación de producir más riqueza. La escasez y las necesidades no se truecan en abundancia, sin aumento de producción, el trabajo es la única herramienta que se conoce.

Para la obtención de mayor producción y mejorar los niveles de calidad, resulta fundamental el perfeccionamiento de los métodos productivos, la responsabilidad de los trabajadores y el compromiso del Estado y de los inversores.

Ninguno de los pueblos que han logrado desarrollo, progreso industrial y poderío forjó su prosperidad por azar. Tampoco por influencia de su ubicación geográfica. 

Canadá con nueve meses de hielo, produce una de las mejores papas del mundo. Ucrania también con muchos mees de hielo, es productora de granos y cereales de excelente calidad. El gran secreto radica en el nivel de instrucción y en el compromiso ancestral del trabajo. 

Algunas viejas doctrinas filosóficas sostienen que el trabajo no es ni adaptación pasiva, rutina ni estancamiento a la realización de actividades; es progreso, placer de esfuerzo, facultad creadora del espíritu. Es notorio que todo trabajo exige una cuota de esfuerzo y compromiso del hombre, siendo fundamental que la paz y la justicia, sea el natural escenario del relacionamiento entre el inversor y el obrero. Es bueno destacar también, que la salud moral y la sinceridad de la acción sindical, no debe tener relacionamiento alguno con corrientes ideológicas. 

En este tiempo, nos parece oportuno reflexionar en torno a un aspecto esencial: la labor colectiva hace posible el engrandecimiento de los pueblos, al punto de que cada uno de los que participan en ella consigue afianzar con su esfuerzo individual, el bienestar propio y el de su familia. El trabajo honesto y realizado de manera eficiente y sin paralizaciones, es la base de la salud económica y social de las colectividades civilizadas. 

Enfrentamos hoy dificultades en el ambiente laboral, pero pese a todo, en este país contamos con los atributos morales y con vigor de una voluntad que no en vano tiene antecedentes en el valor y la decisión, que nos legaron grande forjadores del destino libre del Uruguay.

Es por ello, que tenemos esperanzas de nuevos y mejores tiempos, lo que solo será logrado con el justo acuerdo de los trabajadores y quienes crean fuentes de ocupación, ya que si una de las partes se contamina con otros intereses, se lesiona la armonía. 

Será ese el único camino que nos podrá conducir a que nuestra sociedad, vuelva a enorgullecerse legítimamente, de las bondades de su organización económica y social.

Marco Tulio Cicerón, en el año 55 A.C. dijo: “El presupuesto debe equilibrarse, el tesoro debe ser reaprovisionado, la deuda púbica debe ser disminuida. La gente debe aprender nuevamente a trabajar en lugar de vivir a costa del Estado”. Reflexionemos.  IR A PORTADA 

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