El valor de la huerta familiar. Escribe Saúl Moisés Piña

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El 19 de marzo de 1845 nacía uno de los más ilustres hijos de la República: José Pedro Varela, un ciudadano de profundo civismo, quien fue periodista, poeta y político, pero sobre todo comprometido con grado de apostolado con la educación, conocido como “El Reformador”.

El 6 de agosto de 1878, en su calidad de máxima autoridad en la educación escolar, organizó en nuestra ciudad el Primer Congreso Nacional de Maestros, donde se abordaron temas educativos, con especial énfasis en la escuela rural. 

Particular atención se le otorgó a la importancia de que los alumnos del medio campesino, tuvieran conocimiento profundo de los temas agrícolas y en el cultivo de huertas en los predios escolares.  

Se estableció, además, que las escuelas rurales tengan como mínimo una cuadra de terreno, donde se hará la explotación hortícola. Varela afirmaba que esta actividad era un conocimiento importante para los alumnos, los que llevarían la iniciativa a sus domicilios, para la producción familiar de frutas y verduras, lo que además de un valioso aporte en la economía, motivaba una actividad que fortalecía el vínculo de la familia.

Este tema tiene hoy total vigencia, ya que se plantea la ausencia de oportunidades de llevar una vida decorosa en el medio rural para familias de pequeños productores, que ha sido señalada, como una de las razones de la despoblación de la campaña, fenómeno que si bien se registra desde hace décadas, se ha acentuado en los últimos años. 

Seguramente la actividad relacionada con la producción granjera no será la solución del éxodo rural, pero seguramente podrá atemperar el fenómeno, ya que al aporte económico, podría ser un horizonte para los jóvenes radicados en el medio rural, que no encuentran las posibilidades de emplear sus energías, en la búsqueda de un futuro mejor.

UNA BUENA NOTICIA

En estos días ha trascendido una noticia que no ha tenido la difusión adecuada y, cuya importancia supera el panorama de informaciones que difunden los medios, donde predomina la violencia y la crisis del espíritu que caracteriza estos tiempos. El Ministerio de Educación y Cultura viene impulsando una iniciativa que busca enseñar la ruralidad en octavo año, que sería segundo año de liceo de acuerdo a los parámetros anteriores a la reforma educativa. 

Las autoridades nacionales han dispuesto la impresión de más de 20.000 libros cuyo título es: “Nuestro campo”, cuyo contenido se refiere a las diversas actividades que caracterizan la silenciosa y sacrificada labor en el escenario rural. 

Es bueno destacar el importante trabajo que realiza el Departamento de Desarrollo Municipal, con la organización de Proyecto de Huertas Familiares, que otorga semillas y asesoramiento técnico. Corresponde un recuerdo al Ing. .Agr. Ulises Ordaz, quien fue un trabajador muy valioso en la defensa de la actividad hortícola familiar.

Se impone, un programa nacional de apoyo a la actividad hortícola, a nivel de la familia campesina, con líneas de crédito y vías de comercialización. Los predios existen y el afán de progreso y desarrollo es un derecho y una aspiración de las familias que aún residen en el campo.   IR A PORTADA 

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