
Las calles de Carlos Reyles, ubicado al norte de la ciudad de Durazno, a unos 25 kilómetros, enfrentan el colapso de los pozos negros: sin un servicio regular ni infraestructura adecuada para su vaciado, se desbordan frente a viviendas y escuelas. En algunos casos, los residuos corren por las calles donde juegan los niños.
Durante la sesión ordinaria de la Junta Departamental celebrada el jueves 29 de mayo, el edil del Partido Nacional, Martín Vidalín, transmitió la preocupación creciente de los habitantes de la zona. “En estos días, los pozos han reventado por todos lados. No solo en casas particulares, también en instituciones”, alertó.Aunque existe un servicio de barométrica que realiza viajes semanales, la falta de un sitio adecuado para verter los residuos extraídos obliga a viajar hasta Centenario, a varios kilómetros de distancia. Eso encarece el servicio -en ocasiones supera los $2.000 por intervención- y hace inviable una atención más frecuente.
Vidalín pidió que OSE, junto al Departamento de Servicios y el Ejecutivo Departamental, actúen en conjunto para habilitar un punto de descarga más cercano. También anticipó que en la próxima sesión presentará una carta firmada por más de 150 vecinos, quienes exigen una respuesta inmediata.
“La situación es insostenible. Uno camina por Carlos Reyles y ve cosas que no quiere ver en la calle”, expresó el curul nacionalista, señalando el riesgo para la salud pública y el bienestar de los más pequeños.