
En la sesión ordinaria del jueves 16 de octubre, la edila del Frente Amplio María Bocchiardo presentó ante la Junta Departamental los detalles de un innovador proyecto de restauración ecológica desarrollado por un consorcio académico en los barrios Las Higueras y La Unión, destacando su potencial para mejorar la calidad ambiental en zonas urbanas desprovistas de espacios verdes.
La edila informó haber tenido conocimiento de una iniciativa conjunta entre la UTEC, la Facultad de Arquitectura y la organización Vida Silvestre, orientada a crear un bosque nativo mediante la metodología Miyawaki. Bocchiardo contextualizó que, si bien Durazno cuenta con una tradición consolidada en arbolado urbano, los procesos recientes de expansión –específicamente en los barrios mencionados– no incorporaron áreas verdes ni infraestructura de arbolado en su planificación, a pesar de lo establecido en la normativa de ordenamiento territorial. Esta carencia, señaló, ha impactado directamente en la calidad ambiental y el confort térmico local.Fue esta situación la que impulsó un proyecto participativo financiado por la convocatoria “Medidas de Adaptación al Cambio Climático en las Ciudades de Durazno y Rivera”, organizada por UTEC y el Ministerio de Ambiente. La frenteamplista explicó que el método Miyawaki consiste en una técnica de intervención ecológica basada en la plantación de especies nativas a alta densidad –aproximadamente cuatro ejemplares por metro cuadrado–, agrupadas según su funcionalidad ecológica, tamaño y tasa de crecimiento.
“Crea así un ensamble de especies que simula la estructura natural de un bosque”, detalló Bocchiardo, “siguiendo los procesos de sucesión y estratificación vegetal, lo cual favorece un crecimiento acelerado y supervivencia de las plantas, generando ecosistemas maduros en plazos significativamente más cortos respecto a la regeneración natural”.
El proyecto, desarrollado entre diciembre de 2024 y abril de 2025, incluyó cuatro componentes: caracterización del área de trabajo, caracterización del arbolado urbano, diseño de la intervención y una experiencia demostrativa. Culminó con una plantación piloto en un terreno de una cooperativa del barrio La Unión, lo que permitió validar el método y fortalecer la apropiación comunitaria.
Bocchiardo subrayó los aprendizajes obtenidos, entre los que se destacan el valor del enfoque interdisciplinario, la importancia del trabajo con actores locales y la necesidad de avanzar en la restauración de la cañada Scaffo, como parte del sistema de infraestructura verde urbana.
“Me parece de suma importancia poder replicar este proyecto en esta misma zona e incluso en próximos agrupamientos de vivienda”, afirmó. Finalmente, agregó que la ciudad cuenta con un equipo técnico calificado con asiento en UTEC y en coordinación con la UDEAR, que –junto con la comunidad y el gobierno departamental– podrían realizar un aporte fundamental para mejorar la calidad del medio ambiente.
Como conclusión de su exposición, la doctora solicitó que sus palabras sean remitidas al Ejecutivo Departamental, al Departamento de Desarrollo y a la Comisión de Medio Ambiente de la Junta, a fin de dar curso formal a la propuesta.







