Un país de inmigración. Por Saúl Moisés Piña

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Grandes pensadores y gobernantes de los primeros años del Uruguay, señalaban la necesidad de poblar y asentar las esperanzas de prosperidad nacional en el contrato con el trabajo, ya que se entendió que el territorio uruguayo era propicio para el asentamiento de corrientes migratorias.

Las generaciones de españoles, italianos, franceses, sirios, rusos, libaneses y judíos, entre otras, incorporaron sangre, vocación de libertad y compromiso con el trabajo, contribuyendo a dar fisonomía vigorosa y particular a la nacionalidad forjada por las tradiciones artiguistas.

Aproximadamente entre 1860 y 1920 ingresaron al país alrededor de 600 mil europeos, sobre todo de Italia y España, motivando un cambio fundamental en la fisonomía del país .Además de traer sus costumbres, los inmigrantes participaron en el desarrollo del Uruguay, demostrando un profundo compromiso con la familia y el trabajo, códigos que llegaron a sus hijos y que hoy se puede verificar con varios comercios que siguen funcionando en Durazno.

El fenómeno de la inmigración se paralizó por muchos años, pero en los últimos tiempos ha tenido una reactivación muy significativa y según la información oficial, desde 1914 hasta diciembre de 1917, se concedieron 27.146 residencias permanentes a personas que emigran de países del Mercosur. En el presente año hasta abril, se tramitaron 5.326 de residencias, de ciudadanos de Brasil, Argentina, Colombia, Cuba y Venezuela que ocupa el primer lugar con 2.486 solicitudes.

Los empleadores uruguayos han captado aptitudes que no se vienen dando en los obreros uruguayos, como el mayor compromiso con la función, buen humor y excelente atención al público, rendimiento y disposición, y sobre todo cero ausentismo. Se suma además, de que los inmigrantes tienen un nivel de preparación importante, lo que resulta un plus y potencialmente una competencia en el mercado laboral, lo que se verifica que la mayoría ya están trabajando.

En estos días ha trascendido que la planta frigorífica del BTU, tiene un elevado porcentaje de ausentismo, lo que provoca serios problemas en la cadena de producción, afectando la imagen de la empresa a nivel internacional.

Llama la atención, de que se trata de obreros que ganan sueldos de privilegio y cuentan con servicios que no son comunes en el mercado laboral de nuestro medio. Es curioso además, apreciar que a nivel sindical no existe como tema grave, el ausentismo laboral, que se plantea en todos los escenarios empresariales y comerciales, e incluso en la actividad de funcionarios públicos.

Que el compromiso que ponen los inmigrantes llegados recientemente al país en el trabajo, pueda ser ejemplo para la recuperación del culto de las viejas tradiciones de civilidad, que dieron prestigio a la República.


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