Nuestro recuerdo para "Pochito" Souza. Escribe Saúl Piña

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Quienes nacimos en este Durazno tenemos que valorar el patrimonio cultural que hemos heredado, de ilustres vecinos que expresaron sus virtudes en las más diversas disciplinas. 

El 14 de mayo de 2012, falleció un vecino de especiales características y con una estrecha vinculación con el ámbito cultural. Hacemos referencia a Manuel Demetrio Souza, alias “Pochito”. 

La vida me otorgó el privilegio de compartir mi niñez en el barrio “Puerto de los Barriles” con el recordado Manuel. 

Teníamos la misma condición de provenir de hogares muy humildes, que si bien había carencias materiales, sobraba el afecto y la dignidad, que se traducía en no depender del favor o la limosna, sino del trabajo que otorgaba esa libertad tan particular que no es fácil de explicar. 

Recuerdo a “Pochito” cuando repartía en bicicleta productos de la fábrica de chocolates “Águila”. En nuestra niñez el recordado campito de “Islas” era escenario de duros enfrentamientos de fútbol entre los gurises del barrio. Instancias donde se forjaron auténticas amistades y desde donde surgieron excelentes jugadores de fútbol—menos yo—que incluso defendieron nuestra selección con marcado éxito.

Tiempos donde predominaba el espíritu de buena vecindad, donde los días transcurrían en un ambiente casi aldeano. Las puertas permanecían abiertas igual que los corazones de los vecinos. Tiempos donde la gran meta de padres y madres eran velar por la integridad de los hijos, cuidando por su bienestar espiritual y material, sin esperar la asistencia del Estado y recurriendo a la única herramienta que se conoce como la más valiosa para enriquecer al ser humano: el trabajo.

Eran tiempos donde funcionaba a pleno, el gran crisol de los valores del ser humano: la familia.

Manuel Demetrio tuvo particular destaque en el arte de las letras. Su pluma fue una eterna primavera y seguramente la fuente de su rica inspiración se la dio la cercanía del Yí y el verdor de sus montes. 

Puso especial énfasis en escribir sobre personajes y lugares del pueblo, dejando brillantes trabajos que es buena cosa consultarlos. “Pochito” tenía el privilegio de la humildad, y por el hecho de pertenecer a la categoría de los que valen, disfrutó de la capacidad de concretar sus sueños por hermosas realidades, logrando constituir una hermosa familia, hijos trabajadores y el reconocimiento de su pueblo. 

Nuestro grato recuerdo para este poeta pueblerino, que rememora instancias de nuestra niñez, que si bien fueron con necesidades materiales también fueron plenas de amor junto a mi Madre en aquella humilde casita de Artigas y Washington.

Seguramente que hoy “Pochito” estará en el Mundo de las Musas, compartiendo su alegría, su experiencia de vida y contagiando con su noble corazón a todos los espíritus que moran en el escenario astral. 

Fue una grata experiencia vivir junto a “Pochito”, en un barrio emblemático, en épocas donde se cultivaba la paz de la conciencia, el vuelo del espíritu, el respeto al semejante, la virtud de la vecindad; también el privilegio de tener un trabajo como medio de vida, donde primaba el triunfo del compromiso con la sociedad y la inteligencia, sobre el orden material. 

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