El valor de la Democracia. Escribe Saúl Piña

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El 8 de noviembre del año 2007 la Asamblea General de las Naciones Unidas sancionó la Resolución 62/7, mediante la cual se decide designar el 15 de setiembre como Día Internacional de la Democracia, oportunidad para reivindicar un pilar esencial de la Sociedad Internacional. 

Desde que las ideas que dieron origen a los sistemas democráticos entraron en vigencia, muchos han sido los intentos por lograr establecer una forma de organización política de los Estados, que fuera superior. Tantos han sido los intentos como los fracasos.

La idealidad democrática surge de la afirmación de que lo esencial del ser humano es su espiritualidad, su razón y sus sentimientos, que lo individualizan y lo distinguen de todos y cada uno de los seres vivientes y, que determina que los hechos no se le impongan como una marca de la fatalidad, sino que sean la consecuencia domesticada de su conciencia y de su voluntad. 

Los totalitarismos de toda especie se han apoyado siempre en fantasías irracionales, situadas más allá del hombre, de la raza, la clase social y el respeto por el semejante. 

La idealidad democrática, coloca en primer término la esencial dignidad del ser humano y, a partir de allí, su derecho a la vida, a la libertad, a la seguridad, a la igualdad y al gobierno electo por el voto.

La historia de los pueblos registra lamentables acciones de mentes descarriadas, que ignorando que la Democracia implica derechos pero también deberes, han pretendido violarla por medio de la guerrilla y el atentado. 

En este tiempo el mundo enfrenta situaciones de extrema violencia y gran injusticia, donde millones de personas sufren hambre y muerte, por imperio de oportunistas liderados por “larvas”, que encabezan revoluciones que promueven dolor y lágrimas en países, cuyos habitantes merecen una armoniosa convivencia.

EL MANDATO DE ARTIGAS

En el Uruguay valoramos plenamente, la forma de gobierno democrática-representativa, lo que viene desde el fondo de nuestra rica historia. La Constitución provincial artiguista, establecía: “Residiendo todo poder originalmente en el Pueblo y siendo derivado de él, los diferentes Magistrados y oficiales de Gobierno, investidos con la autoridad Legislativa, Ejecutiva o Judicial, son unos substítutos y Agentes suyos, responsables en todo tiempo ante el”. 

Luego establecía: “El gobierno es instituido para el bien común, para la protección, seguridad y prosperidad del Pueblo y no para el provecho, honor o interés privado de algún hombre, familia o clase de hombre”, por tanto el Pueblo solo tiene derecho incontestable, inajenable e irrevocable, para instituir el Gobierno, para reformar, alterar o cambiar totalmente el mismo, cuando lo requieran así su protección, seguridad, prosperidad y fidelidad”.

Un gobierno demócrata no tiene que ser una forma débil de conducción estatal. Tiene la obligación de integrar en el marco de la Constitución, los órganos que resulten eficaces para enfrentar las situaciones de riesgo que pueda enfrentar el país 

En la tarea de gobernar, es vital el apoyo que pueda otorgar la oposición, porque tiene tanta responsabilidad como el gobierno. Porque al fin de cuentas, en la marcha de las sociedades, no importan tantos los hombres que ninguno es imprescindible y hacen mucho mal aquellos que así lo piensan. 

Lo importante es que las instituciones de gobierno, tengan una acertada estructuración y sean aptas para desarrollar la labor gubernamental con el mayor acierto. La idealidad Democrática marca con claridad, la responsabilidad de gobernar y no postergar las mejores acciones, para un mañana imprevisible, para una generación siempre por nacer.

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