
La Escuela Rural N° 80, un centro educativo enclavado en el paraje Sauce de Herrera, en la ruta 19 y a unos 60 kilómetros de la capital departamental, cerró sus puertas definitivamente. La razón: la partida de la única familia con un niño en edad escolar, el último alumno que quedaba en sus aulas.
Hace apenas cuatro años, la escuela contaba con 11 estudiantes, todos hijos de trabajadores de establecimientos locales. Pero el declive demográfico, un fenómeno que afecta a gran parte del campo uruguayo, redujo su matrícula hasta dejar un único pupitre ocupado. Cuando los padres del niño -empleados en una estancia vecina- finalizaron sus labores y se trasladaron a otra zona, la institución quedó sin razón de ser.El proceso de cierre, formalizado esta semana, siguió los protocolos establecidos. No es un caso aislado. A pocos kilómetros, la Escuela N° 70, ubicada más allá de San Jorge, también iniciará trámites para clausurar sus actividades ante la falta de alumnos.
“Es una gran tristeza”, admitió Lorena Clavijo, maestra y directora de la Escuela 80, mientras recordaba los días en los que su único estudiante llegaba puntual para las clases, que se extendían de 10 a 15 horas. “Siempre esperaba el recreo para jugar. En este caso, jugaba conmigo. Era su compañera”, dijo con nostalgia.
Según datos del Departamento de Educación Rural, en abril de este año Uruguay contaba con 997 escuelas rurales, la mayoría ubicadas al norte del Río Negro, con una matrícula total de poco más de 15.300 alumnos. El cierre de la Escuela 80 es un símbolo más de un fenómeno que parece irreversible: el vaciamiento de las comunidades del interior profundo y la concentración de la población en zonas urbanas.
Las autoridades educativas no han anunciado planes concretos para el local que se aprecia en la foto, aunque es probable que siga el destino de otras escuelas rurales clausuradas: convertirse en un testimonio silencioso de un Uruguay que se despuebla.
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Docente conversa con la corresponsal Andrea Madera |