La libertad y su legado: a 200 años de la Declaratoria de la Independencia. Escribe Saúl Moisés Piña

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Dentro de los grandes fastos de nuestro rico pasado histórico, el 25 de agosto ocupa un espacio de particular significación. Ese día en el año 1825, la Asamblea de Representantes de la Provincia Oriental en la Piedra Alta de la Florida declaró: “írritos, nulos, disueltos y de ningún valor para siempre, todos los actos de incorporación, reconocimientos, aclamaciones y juramentos arrancados a los Pueblos de la Provincia Oriental”.

Se concretaba así la culminación de una larga historia de enfrentamientos sangrientos, con pérdida de muchas vidas de orientales, motivados por ese valor tan importante, que seguirá siendo fundamental hasta el final en la vida de los pueblos: la libertad.

Pero es bueno destacar que la libertad no es solo la posibilidad de transitar sin problema por la vía pública o por todo el territorio. Tiene aristas muy superiores como la elección democrática de los pueblos de sus gobiernos. También, el derecho de ese tesoro que debemos cuidar y hacer buen uso del mismo: la libertad de expresión, que implica manifestar sin trabas la libertad de pensamiento. 

El tener la posibilidad de expresarse con libertad nos ayuda a superar los preconceptos y el dogmatismo, a comprender que la verdad surge del diálogo y el intercambio de ideas, dentro del marco de la tolerancia y de respeto de quien piensa diferente, que es base y fundamento de la convivencia social y del desarrollo humano de los pueblos. La libertad tiene derechos pero también obligaciones, como el respeto a las normas establecidas en la Constitución, las que deben ser acatadas por todos los ciudadanos. 

En el marco del sistema democrático, tenemos la obligación de ser más uruguayos protegiendo y defendiendo las fuentes de ocupación, la educación y la seguridad. La Declaratoria de la Florida constituye un documento trascendente por el imponderable que contiene, porque junto con la libertad se afirman igualmente dos derechos que tienen particular vigencia: el derecho de autodeterminación de los pueblos y el reconocimiento de que la violencia no es fuente de derecho ni legitima conquista.

Tenemos que valorar y defender el rico patrimonio que recibimos de aquellos patriotas: un país amante de la paz y soberano de su propia tierra. Las herramientas que disponemos son: voluntad de trabajo, moderación de costumbres, talento y compromiso con nuestra identidad oriental, tratando de hacer siempre un aporte favorable a la familia, buscando la unidad, la paz, la justicia y la solidaridad vecinal. 

En este 200º aniversario de la gran fecha nacional, es oportunidad para dimensionar el legado del fruto que Artigas había construido en la época de la epopeya heroica, trazando la ruta por senderos de libertad y democracia, valores que fueron fundamentales para superar tiempos de intemperancia y violencia. 

El recuerdo y valoración de las fechas patrias es deber que tenemos los uruguayos, como forma de reafirmar nuestra identidad. Debemos el deber de fomentar la fraternidad poniendo énfasis en el respeto de las ideas de cada uno, valorando la rica historia que escribieron nuestros ancestros, que está llena de ejemplos que deben iluminar el presente y marcar el futuro.

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