
La Plaza Sarandí amaneció este lunes con una alfombra natural que la brisa fue tejiendo sin apuro: miles de pétalos dorados cubrieron los senderos, como si la ciudad hubiera querido inaugurar diciembre con un delicado gesto de bienvenida. Entre la sombra de los árboles y el murmullo leve del viento, la escena ofrecía esa belleza inesperada que se reconoce de inmediato, aun cuando nadie la anuncia.
Diciembre llega siempre con otro pulso. En Durazno, las luces empiezan a encenderse temprano, los preparativos se multiplican y asoma esa espera luminosa que anticipa la Navidad. En contraste con el ritmo que crece, la plaza -quieta, amable- recuerda que también en los detalles mínimos se abre la puerta al espíritu festivo.





